lunes, 26 de enero de 2009

Lasaña de fondo de armario


De vez en cuando hay ideas felices que consiguen meterse al mundo en el bolsillo, ideas que conquistan a grandes mayorías y se convierten en lugares comunes. Algunas de ellas, no importa lo mucho que las frecuentemos ni lo gastadas que las deje su popularidad, no pierden nunca su valor original. Así ocurre, por ejemplo, con las canciones de los Beatles, con las buenas novelas negras o con la lasaña.

Ésta es ordinaria y deliciosa.

Lasaña
(para 3 personas con buen hambre o 4 con regular)

1 cebolla mediana
1 zanahoria mediana
1 rama de apio mediana
1 diente de ajo
360 gr de carne picada de ternera (o de cerdo y ternera) de buena calidad
1 lata de 500 gr de buen tomate entero en conserva
una cucharadica de azúcar
hierbas provenzales (si tienes unas recién importadas que huelen tan bien que no te puedes resistir a añadirlas)
unas hojas de albahaca fresca
placas de lasaña
unos 300 ml de bechamel
queso parmesano (u otro)
aceite de oliva virgen extra
sal y pimienta

Pelar y partir en trozos muy pequeños la cebolla, la zanahoria y la rama de apio. Echar en una sartén caliente con un par de buenas cucharadas de aceite y el diente de ajo partido en tres o cuatro trozos y dejar sofreír todo a fuego lento.

Cuando la cebolla empiece a estar transparente, añadir la carne picada y subir un poco el fuego. Cuando la carne haya dejado de estar rosa (en unos dos o tres minutos), añadir la lata de tomate, que habremos desmenuzado previamente, y todo su jugo. Incorporar las hierbas secas, el azúcar, la sal y la pimienta y dejar que se haga todo a fuego bajo durante unos veinticinco minutos o hasta que nos parezca que la carne está tierna y el tomate hecho. Añadir entonces las hojas de albahaca fresca.

Mientras, hacer la bechamel. Yo la suelo hacer a ojo, pero hay miles de explicaciones en internet. Para este molde debí de echar a una cazuela a fuego medio, primero, una cucharada de mantequilla con su chorreoncillo de aceite y una buena cucharada de harina. Removí con una varilla hasta mezclar ambas y después añadí, poco a poco y sin dejar de remover, algo más de un vaso y medio de leche. Sal y nuez moscada, dejar que engorde y se acabó.

Con la pseudoboloñesa lista por un lado y la bechamel por el otro, proceder al montaje. Yo esta vez utilicé un molde bastante pequeño pero bien alto. Hacer una primera capa muy sutil, que apenas cubra el fondo, de carne y bechamel mezcladas. Sobre esta capa, disponer una de pasta. Cubrir la pasta con la carne con tomate y sobre ésta, verter otro poco de bechamel, poquita. De nuevo pasta y así hasta agotar existencias. Terminar con bechamel, en más abundancia que en las capas inferiores. Rallar queso parmesano por encima y meter al horno previamente caliente a 180ºC durante una media hora o hasta que esté dorado y huela todo a Little Italy.

sábado, 24 de enero de 2009

Torta de zanahorias


Hay recetas a las que hay que seguirles la pista, hacerles la espera, sobre las que hay que abalanzarse cuando se te ofrecen desprevenidas. La caza de esta receta no fue fácil. Es incluso probable que haya todo un pueblo detrás de ella. Pero yo estaba en el lugar preciso y en el momento adecuado. Y era y soy la sobrina de la autora, que nunca está demás.

El procedimiento para hacer esta torta, sin embargo, no es nada complicado y el resultado es un postre delicado, particular, borracho de sí. Una de esas maravillas humildes e inesperadas... que son las mejores maravillas.

·Torta de zanahorias

1 kg de zanahorias
2 vasos de vino de azúcar
1 vaso de vino de aceite
4 huevos
1 sobre de levadura química
la raspadura de un limón
canela en polvo
un par de cucharadas bien colmadas de harina

Cocer mucho las zanahorias. Nada de que queden al dente. Secarlas bien y pasarlas por el pasapurés. O chafarlas con un tenedor, con cuidado de que no se nos escape ningún trozo grande. Reservar.

Separar las yemas de las claras de los 4 huevos y montar las últimas casi a punto de nieve.

Cuando el puré de zanahorias esté frío, ir incorporando el azúcar (reservar un culín de uno de los vasos para espolvorear la torta antes de meterla al horno), el aceite, las yemas, la raspadura de limón, la harina, las claras montadas, con mucho cuidado, y la levadura.

Verter la mezcla en un molde engrasado de unos 26-28 cm de diámetro. Espolvorear con el azúcar que habíamos guardado y con canela. Meter al horno precalentado a unos 180ºC. Hornear durante unos 30-35 minutos o hasta que la consistencia de la torta sea firme sin dejar nunca que se seque demasiado.

miércoles, 7 de enero de 2009

Pato con peras


En el supermercado andaban liquidando a mitad de precio el pato de granja inglés que no pudieron vender durante las fiestas. Llámalo credit crunch. A mí el pato me gusta mucho, así que compré un par de pechugas... o un par de magrets, que suena mucho más chic pero es exactamente lo mismo. "Pa que no se desperdicie", que decía mi abuela Ana mientras se hacía con las sobras de los entrantes cuando los demás estábamos ya con el postre.

Creo que esta receta venía en el envoltorio de una pechuga de pato comprada en Mercadona. Es muy simple y muy rica. En mi opinión el pato gana si se acompaña de algo dulce, pero es tan excepcional como materia prima que no hay que complicarse mucho la vida, más allá de procurar no colarse con el punto de cocción.

· Pato con peras

(para 2 raciones)

-2 pechugas de pato
-2 peras
-mantequilla
-unas gotas de aceite
-una cucharadica de azúcar
-sal y pimienta

Pelar las peras y partirlas en cubos pequeños. Saltear en una sartén con una cucharada de mantequilla y unas gotas de aceite a fuego fuerte durante un par de minutos. Bajar el fuego al mínimo, espolvorear con el azúcar y tapar. Tardarán unos diez minutos más en estar tiernas y doradas. Estarán listas un poco antes que la carne.

Con un cuchillo afilado, hacer unos cortes superficiales en diagonal en la grasa de las pechugas sin llegar a la carne, en un sentido y en otro, de modo que se crucen formando una cuadrícula. Salpimentar las pechugas. Disponerlas en una sartén muy caliente con la grasa hacia abajo. Una vez doradas por ambos lados, unos tres minutos de cada lado, bajar el fuego y bañar de cuando en cuando las piezas de carne con la grasa que van soltando ayudándonos de una cuchara. Mis pechugas, ¡oy!, pesarían unos 200 g cada una, para lo que yo recomendaría unos 13 minutos de cocción más el reposo.

Y es que, una vez fuera del fuego, las piezas deben reposar. Debemos esperar unos cinco minutos antes de trincharlas para evitar que el animal se nos desangre en el plato mandando la estética minimalista al carajo.

Cortar la carne en rodajas, ahora sí, para exhibir con orgullo el color rosado del que nuestro celo obsesivo es responsable, disponer en un plato y guarnecer con las peras.