Vale, la idea de la receta viene, una vez más, del mundo anglosajón. Y habrá quien no apruebe mi libre traducción de "cracker" por "regañá". Pero sin duda son realidades similares y me niego a ser yo la que promocione un nuevo barbarismo teniendo una palabra tan bonita a mano.
Estas regañás, en cualquier caso, son más de aquí que de las islas británicas. Allí estuvieron en oferta unas semanas unos crackers pijísimos con romero que provocarían la adicción galopante que es causa directa de esta última aventura culinaria.
Se hacen en un momento y son más sanas e infinitamente más baratas que las originales, intratables una vez que el Sainsburys enterró el 2x1 del lanzamiento.
Regañás de romero
(para una llanda y media)
250 gr de harina de trigo
40 gr de aceite de oliva virgen extra (4 cucharadas soperas)
80 gr de agua (8 cucharadas soperas)
1 cucharadica de café de sal
1 cucharadica escasa de café de romero
Mezclar los ingredientes secos. Incorporar a la mezcla los ingredientes húmedos removiendo hasta que la masa tenga un aspecto homogéneo. Al contrario de lo que ocurre con los panes de verdad, esta masa no hay que manosearla demasiado puesto que no es necesario que se despierte el gluten.
Extender la masa con ayuda de un rodillo hasta que quede muy fina. Disponer en una llanda engrasada. Hacer cortes en forma de cuadrícula a la masa para que nuestras regañás salgan de un rectangular noreuropeo. Meter la llanda al horno precalentado a 190ºC y cocer durante unos 10 minutos o hasta que estén doradas.
En Inglaterra los crackers se comen con queso y chutneys varios, al final de las comidas. Es sólo una idea porque, en mi casa, éstas nos las estamos ventilando a la mediterránea, untadas de bakalar, un exquisito paté croata de bacalao. Pero esa es otra historia...