Otra vez oros. Pero prometo que con este postre cierro la racha edulcorada. Hasta próximo aviso.
Mi madre cuenta que, de chica, cuando iba a ver a la tía Ilu, la mujer ponía el pueblo patas arriba buscando una cabra paría y un dueño de una cabra paría con stock de requesón. Porque ese manjar humilde era una de las pocas cosas que le gustaban a la ñaca raquítica.
Y aunque mi madre nunca fue de dulce, cuando el otro día este flan salió bien casi por sorpresa, se despachó a gusto con él y con su memoria dormida. Le gustó muchismo.
Flan de requesón
250 gr de requesón
1 vaso (de agua) de leche entera
1 vaso (de agua) de azúcar
3 huevos medianos
Para el caramelo:
5 cucharadas soperas de azúcar
Echar las 5 cucharadas soperas de azúcar en un molde de aluminio de unos 25 cm de diámetro. Poner el molde directamente en la hornilla, a fuego lento, moviendo de vez en cuando hasta que el azúcar se convierta en caramelo, líquido y de color tostado (cuidado que en un momento pasa de tostado a negro zahíno).
Mientras el molde y el caramelo pierden temperatura, mezclar con una batidora el resto de ingredientes: el requesón, la leche, el azúcar y los huevos. Verter la mezcla sobre el molde caramelizado.
Meter al baño maría al horno precalentado a 180ºC. Estará listo en unos 35 minutos. En el último cuarto de hora de cocción, cubrir si es necesario la superficie del flan con papel de aluminio para que no se reseque demasiado.
Sacar del horno y dejar enfriar aún en su baño maría. Meter al frigo cuando esté tibio, ya sin el agua, y desmoldar antes de servir.